La diva australiana ofreció un show deslumbrante ante 15.000 personas en su regreso al país. Con un setlist que repasó todos sus clásicos, vestuarios icónicos y guiños al público argentino, Kylie transformó Buenos Aires en una pista de baile gigante.
La última vez que la artista había pisado suelo argentino fue en noviembre de 2008, cuando presentó su X Tour en el Club GEBA. Desde entonces, pasaron discos nuevos, un revival disco, la explosión viral de Padam Padam, una pandemia y, sobre todo, un cúmulo de expectativas que anoche encontraron su desahogo.
Durante casi dos horas, Kylie convirtió el Movistar Arena en la pista de baile más grande del país. El setlist incluyó 24 canciones que viajaron desde Spinning Around hasta Tension, pasando por Locomotion y Confide in Me. La puesta fue sencilla pero precisa: bailarines impecables, visuales pop y una bola de espejos que iluminó cada rincón del estadio.

Uno de los momentos más ovacionados llegó cuando, en pleno concierto, Kylie apareció con un outfit con los colores de la bandera argentina y gritó: “¡Mi país! ¡Mi país!”. El público estalló. Su carisma, presencia escénica y conexión directa con la gente fueron suficientes para mantener la energía al máximo.
A sus 57 años, la artista se reafirma como una leyenda del pop y un ícono para la comunidad LGBT+. Kylie vino a abrir la puerta del disfrute, y la dejó abierta para que todos entremos, con glitter, tacones y una sonrisa que nunca se apagó.